Análisis: Irán y la cuestión del cambio de régimen – Segunda parte
En 1989 Khamenei recibió un país
devastado y aislado internacionalmente por la guerra con Irak, económica y
socialmente fracturado, Irán necesitaba reformas para poder competir con vecinos
de la región que habían invertido significativamente en modernizar sus economías
e integrarse al mercado internacional, a la vez de educar a sus poblaciones y
atraer capitales extranjeros a sus países, como fue el caso de Emiratos Árabes
y Arabia Saudita. La violencia irracional de los primeros años de la teocracia dio
lugar a un sistema que, con Khamenei a la cabeza, aceptó la presencia
de líderes políticos de corte reformista como los presidentes Akbar Rafsanjani
(1989-1997), Mohammad Khatami (1997-2005) y Hassan Rouhani (2013-2021). Estos tres
presidentes fueron responsables de introducir medidas tendientes a la recuperación
económica de Irán, la apertura y afianzamiento de negociaciones diplomáticas con
Occidente, y el balance entre las expectativas del régimen hacia la población y
viceversa, en una suerte de normalización de la relación de la sociedad con la esfera
política-religiosa, que se tradujo en la relajación de algunas de las
prohibiciones iniciales, tales como por ejemplo la estricta separación de los
sexos en espacios públicos. Otro ejemplo de la postura de dialogo y apertura
hacia el resto del mundo por parte de Irán fue la elaboración teórica de Khatami
tendiente a reemplazar la teoría del choque de civilizaciones de Samuel
Huntington (1993) por el dialogo entre civilizaciones, doctrina que fue
aprobada por las Naciones Unidas. Esta apertura no fue absoluta y aun el régimen
fluctúa hacia posiciones más conservadoras de tanto en tanto, como lo ha
demostrado la elección de Mahmoud Ahmadinejad (2005-2013) e Ebrahim Raisi
(2021-2024), este último prominente miembro de los Principalistas (o la derecha
iraní que se opone al grupo de los reformistas). Esta aparente contradicción
del régimen también existe en la Constitucion nacional, la que combina la
doctrina religiosa de wilayat-al-faqih
con aspectos inspirados en principios políticos y filosóficos occidentales. En términos
prácticos esto se traduce en un sistema que oscila entre una democracia
limitada y una teocracia: por un lado está entronada la
figura del Líder Supremo quien comparte la gobernanza con organismos,
secretarias, oficinas en diversas áreas cuyas autoridades son elegidas democráticamente,
haciendo del sistema político iraní un complejo entramado institucional en el
que el cambio ocurre de manera muy lenta.   
Dada la simbiosis entre el poder social
y religioso y la compleja estructura del sistema político iraní, la pregunta más
importante es si es realmente posible cambiar de régimen en esta sociedad en el
corto plazo. Más aún si es viable que un ataque militar, como el lanzado por
Israel en junio, pueda ser el desencadenante de protestas y acciones populares
conducentes a un cambio de régimen al estilo de la revolución islámica de 1979,
tal como las declaraciones de Netanyahu parecen sugerir. Este tipo de
declaraciones por parte de políticos y analistas occidentales e israelíes pone
de manifiesto como aún no se comprende del todo la naturaleza del impacto emocional
e identitario que la devastadora campaña militar israelí en Gaza ha tenido en
el mundo musulmán. Es poco probable que activistas iraníes se aliñen alrededor
de la propuesta de Netanyahu dado que existe entre ellos un abismo de valores y
concepciones políticas. Es verdad que el régimen atraviesa uno de sus momentos más
vulnerables en cuanto a la relación con la sociedad y que una gran parte de la población
iraní de 90 millones está en contra de la baja performance de la economía, la
falta de libertades individuales y la situación de los derechos de la mujer y
las minorías pero no hay datos concretos que lleven a afirmar que masivamente
decidan tomar las calles en contra del clero durante un ataque a la soberanía nacional.
    Concluyendo, la narrativa de Tel Aviv y
Washington tendiente a agregar legitimidad a los bombardeos a la estructura
nuclear iraní, proponiendo que los ataques con misiles, a su vez, también podrían
ser el inicio de una revuelta contra el régimen teocrático no ha tenido el
efecto deseado en la población iraní. Lo anterior indicaría hasta qué punto
estos dos países no interpretan correctamente las características de la
sociedad iraní y los sentimientos con respecto a los bombardeos, sobre todo en Teherán
en donde ha habido varias víctimas civiles, incluidos niños. La mayoría de los iraníes,
y entre ellos los activistas políticos, no ven a Israel como la solución de sus
problemas domésticos y prefieren canalizar el descontento contra el clero a través
de las vías democráticas. Al interior de la sociedad iraní existe el consenso
de que Irán y la región no pueden ser remodelados a través del uso de la
fuerza, sobre todo cuando esa fuerza proviene de Israel. 

 
 
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