El chiismo (chiita significa partidario,
en este caso hace referencia a los seguidores de Ali) es una rama del islam que
traza su herencia hasta Ali (muerto en 661 EC), primo y yerno del Profeta
Mohamed. Los descendientes de Ali constituyen una cadena de líderes carismáticos
(imames) que son venerados por los creyentes como los representantes de Dios en
la tierra. Esta particular forma de entender la sucesión del Profeta Mohamed es
una de las principales diferencias entre chiitas y sunníes, dado que estos últimos sostienen que los descendientes
del Profeta son califas. Se considera a los imames chiitas como infalibles en su
criterio y moralmente puros. En la versión mayoritaria del chiismo iraní, el
duodécimo, el último imán se ha ocultado, pero mientras tanto es reemplazado
por los mujtahids, juristas eruditos
que tienen la capacidad de interpretar eventos sociales, políticos y religiosos
hasta el regreso del Mahdi (o imán
oculto).
Es significativo remarcar que la teocracia (en
griego théos significa dios y kratos poder/gobierno) como forma de
gobierno es uno de los sistemas más antiguos y complejos en el que no hay
separación entre Estado y religión, sino que ambas esferas se funden en una
misma estructura política. En Irán, los líderes encargados de tomar decisiones
que contribuyen a la organización de la sociedad, el funcionamiento de la
economía, de las relaciones internacionales, aspectos militares y de defensa,
son miembros del clero. La legitimidad de estos líderes se funda en el hecho de
ser capaces de interpretar la ley y producir juicios clarificándola los que eventualmente
influyen en el desarrollo de la sociedad.
Más específicamente, el sistema político iraní
está organizado con base en el postulado de wilayat-al-faqih
(un término en idioma árabe que se traduce como “tutela del jurista”) y que fue
reelaborado por el ayatolá Ruhollah Khomeini (1900-1989) en
los años 1970 durante su exilio en Irak. El término faqih trae aparejada la idea de un
jurista justo y por ello capaz de dirigir el destino de la comunidad, dado que
además de la capacidad de liderazgo este debe ser un experto en jurisprudencia
islámica. La interpretación de Khomeini, específicamente, sostenía que la forma
de gobernar musulmana requería de wilayat-al-faqih,
lo que había sido postulado anteriormente por otros juristas, pero solo para
aspectos muy específicos del gobierno. El cambio radical propuesto por Khomeini
era que, a partir de ese momento, el faqih
debía involucrarse completamente en política y no solamente en asuntos específicos
como hasta entonces. Según Khomeini, la monarquía –la forma de gobierno de Irán
hasta antes de la Revolución- hundía sus raíces en la infidelidad (kufr) y era la obligación de todo musulmán
de destruirla. En otras palabras, dicha doctrina concentró el poder político y religioso en el clero chiita de forma absoluta.
Esta interpretación de la “tutela del jurista” es la que dio forma a la
Constitución nacional de Irán desde la
Revolución Islámica de 1979 y que, a su vez, demanda que el jurista guardián (valiye faqih) sirva como Líder Supremo –Jefe de Estado- del país, posición
que ha estado a cargo del ayatolá Ali Khamenei desde 1989 y quien
concentra en su persona un poder casi absoluto sobre la vida política y
religión de Irán.
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